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El olivo, Olea europea L., árbol tradicional y mitológico, remonta su cultivo hacia el cuarto milenio a. d C. Su origen, se stitúa entre las actuales Siria e Irán.
La expansión del cultivo transcurre por el Mediterráneo, desde Siria y Palestina hacia las islas griegas, Rodas, Chipre y Creta, además de seguir la ruta de Asia Menor la Grecia antigua y desde aquí, a todos los países Mediterráneos.
Su introducción en España, se remonta a 2000 años antes de Cristo por los fenicios, probablemente desde sus colonias del norte de Túnez.
Aunque la introducción del cultivo del olivo fue fenicia, son los romanos los que realmente lo potenciaron, estableciendo un comercio creciente y próspero de los aceites de la Bética con la capital del imperio.
El agrónomo romano del siglo I d. de C. Lucio Moderato Columela, natural de Cádiz, introduce en sus tratados de agricultura "de re rústica" la diversidad existente en el olivo y describe en estos tratados hasta doce variedades diferentes.
En la actualidad, existe una amplia gama de variedades con características agronómicas marcadamente diferentes y cuyos aceites nos muestran una gran sinfonía de sabores y matices sensoriales que enriquecen las alternativas culinarias de la utilización del aceite de oliva virgen extra, joya gastronómica de la cultura Mediterránea y base esencial de su reconocida dieta.